Fernando Curiman

Disparo tortuoso de tu amanecer moribundo

El fuego de las hojas aparece silenciando los aconteceres malditos del rectilíneo paisaje futuro. Y en su fuego trae doliente la desesperanza presente. Para así manifestar llorando su combustible pasado.
Tanto que suspiras dulce adolescente intrínseco del horizonte cuadrado
Escúchame sangrar la música y en sus amores baña las manos.
Esas manos lloronas del narcisismo continuo.
Escúchame sangrar poemas y en sus atardeceres descansa tu noche grisácea.
Esa noche fatal de las deprimentes lenguas avasalladoras.
Háblame paraíso sumergido bajo el mar de granito amedrentado. Viola tu ley desgarradora del estereotipo masoquista, Y despoja de una vez las algas putrefactas a tu pecho adheridas. Esas que durmieron contigo en aquella playa fallecida
(Amigo mío el dolor es una miel profesora, Que se vuelve amarga cuando al sol queda una hora.)
Sal de pronto desnudo gritando al aire tu soberanía personal y bella, Tan tuya como los astros. Sal de pronto a las montañas con un puñado de silencios y envenena el rocío tenue De un calificativo errado…. Engendrado por ti mismo