alfonsopocho

RAMBO UN FIEL AMIGO

Caminaban por la calle, con sus pies casi raidos,

Por el frio y la humedad, eran parte del camino,

 Nadie los miraba  solo eran dos desconocidos

sus nombres eran el Juan y Rambo su fiel amigo

 para  los que iban a sus trabajos e indiferentes

solo eran parte de un  paisaje entre medio de tanta gente

 

El olor a la comida le hacía rechinar sus dientes

esperaban un milagro con una mirada de angustia

solo sabían que el hambre  apuraba,y se ponían inpacientes

y que debían buscar un sitio

Donde hubiera comida de sobra

o donde la gente la tiraba ,

total a quien le importa

 

Juan y el Rambo el viejo compañero  

De tantas  jornadas de sobrevivencia y de lucha 

Ese nombre lo lleva desde que era cachorrito

Compañero de andanzas y de pedigree desconocido

una verdadera estufa que calentaba sus noches

a veces con hambre y tanto frío.

 

Sus días eran  diferentes, algunos eran pedir plata

otros las visitas al mercado

Y si de vez en cuando tenían suerte,

su menú también cambiaba

pues algún  piadoso transeúnte algún dinero  les pasaba

Unas monedas que servía de desayuno y engañaba

Sus estómagos atiborrados de ansiedad y

de hambre  y el rambo se conformaba con las sobras

y  mover su cola de agradecimiento

a lo que el transeúnte botaba.

 

 

Asiduos visitantes de la plaza del pueblo,

Siempre se les veían conversar y a todos saludaban

con un gesto de respeto

 El Rambo parecía que  entendiera

todo lo que su amo le hablaba

Pues ladraba  con  entusiasmado y movía su cola como 

Un abanico que a la gente le gustaba

Dormían todas las noches en un albergue prohibido,

Abrazados  como amigos  tapados del inclemente de frío

El Rambo antes de dormir lengüeteaba sus nudillos

Y su amigo le acariciaba como un padre a su niño.

 

 

Un día Juan despertó entumido de frio, las escalinatas de

La estación lo dejaba adolorido

"Ya levántate rambo que ligerito no sacan

Y tengo mucha hambre que me duele hasta el ombligo"

El Rambo no contestö ni lanzo un gemido ni movió su cola como abanico

Se mantenía acostado inmóvil, quieto y sin ruido

 

El hombre desesperado lo abrazaba como a su hijo

"Rambito que te pasa, despiértate ya mi niño,

Mira que ya viene el guardia y nos saca de un tiro",

El Rambo seguía dormido, era el sueño eterno

que a todos alguna vez nos llega,

se había ido abrazado a su amigo en su infausta partida

 en que una mañana de invierno el amigo canino

ya no ladraría más, quedarïa para siempre

tirado, a la vera del camino