tiburcio de la sonec

Pedorata...

Las campanas adornan con su dosil canto en la alas de aquel,

de ese el abominable en belleza...

 

Todo advierte la venida del que no puede ser nombrado,

las flores seran eternas y lo recibiran sin pretenciones...

Mi alma se extingue, llora, camina y se pierde.

 

Respira, fuma de aquel ripio que cae en los mantos del jamas;

estoy dormido, no encuentro mi hora para despertar y dejar los sueños

para otros.

 

El destello de las auras tienen un vaho de insensata nostalgia, el amor se ha ido.

Me vencieron, mi dama extingue mis memorias en la joven llanura.

 

La batalla es de ellos... mi alma sigue perdida en los infitos granos de la temporal arena ancestral.