Jef

Salvaje

Jabalíes furiosos,

le rugen hambrientos a mi hígado.

Una manada de leones

devoran la carne que se apega

a mi osamenta.

Mi pierna se fue de viaje,

en las garras de un buitre embustero.

Apacible,

me dejo comer mientras sonrío.

¿Que le importa a la zebra caída,

un muslo desgarrado?

No pierde la batalla,

sólo duerme en el cuerpo

de otra especie.

Vengan  salvajes,

tomen mi cabeza.

A mí  nunca nadie me exigió

domesticar mis latidos.