clonariel

SONETOS II

SONETO AL CRISTAL

 

Pared de la sorpresiva luz.

Ladrillo a ladrillo de pétalos

y aire fueron acabando

tus geometrías multiplicadas.

 

El fuego goteó tus entrañas.

Contigo hicieron delicados tallos,

forjaron tu blanda niebla.

Constriñeron la belleza en cada

 

copa de cada palacio. La tarde

tintineó su transparencia.

Rutilantes fuegos parpadearon.

 

La fiesta del espejo trajo cortejo

de azules caireles; celestiales

flautas avanzaron invisibles…

 

 

SONETO AL FUEGO

 

Estrellas alteraron su feto puro

y multiplicaron el brillo entre el frío

cosmos; espadas que una a una

fueron clavándose en la sombra.

 

Volcanes abrieron rápidas rosas

como rojas perlas de razas

ardientes. Del pedestal descienden

las llamas inaugurando el barro.

 

Acudieron luego las hogueras

de bosques primitivos, alargando

raíces incendiarias por todos

 

los recónditos rituales cazadores.

El hombre levanto su antorcha

y celebró alianza con la sangre.

 

 

SONETO AL PEINE

 

Entidad quieta de rayos,

horizonte, espinas, espadas

en la selva cabellera, aquietas

los ríos capilares...

 

Tributo a la sencilla asamblea

de peluquera ciencia, estirpe

de tijeras. Resumen de órdenes

lacias, enruladas, fervientes.

 

En todas las manos viajas,

todos los pueblos te alzan;

cada cual renombra su belleza.

 

Noche enredada o día sano,

a todo tiempo le fraguas ideas.

Peine te idolatro, rey “toilette”.

 

 

SONETO DEL SOL

 

Columpió tu brillo en único instante

luminoso. Como rosa diamantada

se abrió el rojo centro del abismo.

Lamiste todos los detalles del fuego.

 

Más allá de tu umbral de volcanes,

se resguarda una galaxia poderosa.

El mundo con el sello de tu influencia,

diseminó su corriente asombrada.

 

Nadie duda de tu ardiente ojo, posado

en abismos de infinitas soledades.

Eres como un pleno mar de vivas

 

explosiones renacientes. Por milenios

de millones de estrellas, germinaste.

Tu muerte renace lentamente…

 

 

SONETO DE LA AVENTURA

 

Boca de aceituna, amarillo río,

asombrado diamante, puente lunar

sobre la selva oscura del mundo.

Templo de oro en azules desiertos.

 

Espiral galáctica en el corazón,

océano de risas, aves en su otoño

despierto. Muchachas danzando

en la vereda. Noches, frías montañas.

 

Pez de la mañana. Tempestades

guardadas en vinos blancos. Manos

de minerales y platas quemadas.

 

Tus ojos en la cama junto a mí.

La sed de las horas naufragadas.

¡Islas, islas de libres palmeras!