Leandro Rodríguez Linárez

(Intitulado LXXXVI)

Este reloj devoto a mi muñeca se ha desentendido del tiempo. ¿Horas? No hay horas, entre sol y luna hay una tregua que adormece rosas y claveles aguardando su estallido, florecerán cuando la tregua pase. ¿Minutos? No hay minutos, se obstinan las tardes multiplicadas por sesenta varias veces en la tregua de flora dormida, aguardando a que pase. ¿Segundos? No hay segundos, solo los latidos de tucorazón, redoblantes de serafines que por cada golpe mueve mi mundo, porque algo tienen que contar, hasta que la tregua pase. Si, solo cuando el mar te devuelva resarciendo su sal o la mano azul engañada once veces te pose junto amí, mi reloj se entenderá con el tiempo y la tregua pasará… con tardes floreadas que jamás cerrarán sus ojos.

 

LRL

 

18-10-2011