Gerardo Barbera

LA ÚLTIMA BARCA

La barca parece firme, navega suave

como las olas de la juventud eterna,

nada inquieta su volar exitencial y profundo,

la libertad de los mares dibuja el horizonte

mientras la brisa salada calma las tempestades.

 

Pero una nube triste aparece en el fondo oscuro

de las aguas que se agitan como la muerte

que sube sus manos lentamente por la madera

de la barca que se asusta, ya el sol desespera

y agrieta la esperanza de un final feliz,

todas las barcas desaparecen en el olvido

de las tormentas del final de una enfermedad

que nos roba la esencia de la razón

y nos hace mortales como la mosca pálida

que se sabe atrapada en la red de la araña

que le arrancará todas las alas

hasta que la oscuridad acabe con el tormento.

 

La barca se hace pedazos, comienza a hundirse,

el pasado comienza a llegar y hablamos solos,

bueno, realmente con esas imágenes blancas

que no son espirituales, que no son fantasmas,

sino el miedo a la infinitud de la nada

que nos llama, y comenzamos a ser deborados

por ese universo vacío, desolado que nos invita

a desaparecer, así tan sencillo como una sonrisa,

iremos tras  la sombra que nos tome de la mano

para subirnos a  la última barca

 de color caoba, de ventana de cristal,

ahí subiremos para que todos lloren la partida,

luego, cuando cierren la ventana, caiga la tierra

llegará ese silencio tan esperado y la araña,

aquella que atrapó a la mosca,

hará su nido en nuestra carne para siempre.