ALVARO J. MARQUEZ

INDECENTE

"Mi pasión es la droga que en tu ser/ se pasea vencedora, invicta,/ tú vas conociendo mi forma de querer/ y yo, convirtiéndote en adicta".

 

Todos suponen que eres una dama decente,

de los pensamientos que hay en tu mente

se sienten en verdad confiados, muy seguros,

incluso aquéllos que dicen ser lujuriosos,

no conciben que tengas deseos pecaminosos

o lo que llaman “pensamientos impuros”.

 

Pero ni ellos que creen estar tan enterados,

saben el motivo de tantos sueños mojados

con los cuales en ocasiones te despiertas,

noches que para ti han sido desveladas...

Las puertas de tu conciencia están cerradas

y las ventanas de tu alma están abiertas.

 

Pues hay deseos en ti que te roban el sueño

y sabes que de todos esos deseos el dueño,

no es precisamente el que duerme contigo.

Dentro de tu piel sientes que son como reos

todos esos contenidos e incontables deseos

por un cuñado, un primo, un ex o un amigo.

 

Ya es una total certeza, para nada es una duda,

quieres que te observe... ¡que te vea desnuda!

Al diablo si lo que haces es o no un buen papel.

Tu fantasía está más allá del mal o del bien,

quieres quitarte la blusa, que te vea en sostén

y que luego sienta lo que es verte ya sin él.

 

Quieres abrir la ventana si él te mira por ella,

verte al espejo y que note cómo te pones bella

y siempre desnuda, nada abajo y nada arriba.

La sensación de placer es total, muy completa

y si acaso él es escritor o tal vez algún poeta,

esperas que sea sólo para ti todo lo que escriba.

 

¿Hay culpa en esto que sientes? Te preguntas

e imaginas todas las críticas que llegarán juntas

de gente que no dudará en señalarte con su dedo.

Pero el deseo en todo tu cuerpo quiere florecer

y lograr así que en cada poro de tu piel el placer

pueda derrotar al fin a la vergüenza, al miedo.

 

Tú no eres una mujer decente, ajá... ¿y qué?

Aquello que te estremece cuando alguien te ve

no sabe nada acerca de decencias e indecencias.

Total, ya estás harta de escuchar esas “verdades”

que nunca te hablan de ocultas culpabilidades

y de disfrazadas y sólo aparentes inocencias.