Carlos Fernando

Maldad

Maldad, culebra reptante, sigilosa

y astuta, husmeas en el aire el calor

de tus víctimas. Furtiva y pertinaz,

te ocultas detrás de colores fascinantes

para no dar advertencias de tu ataque.

Mortal, fuego consume la carne hasta

la muerte haciéndola sangrar. 

 

Maldad, lo mismo cautivas la soberbia

de Eva, la estupidez de Adán, muerdes

su calcañar. Áspid, basilisco, dragón antiguo.

Muerdes entretanto te llegan eternas

las cadenas del Abismo, que es tu lugar.

 

Mientras, con la lengua tejes un enjambre

de embustes y urdes estratagemas para

engañar. Añades pena y vergüenza al rostro,

repudio y vanidad. Provocas con la codicia,

incitas a robar, con ojos de lascivia  excitas

por igual, al púber, que al vejete, al sacerdote

hereje, al sátiro, a la puta, al ínclito prohombre,

al cónyuge intachable, también a su mujer.

 

Maldad que semejante a las aguas del fétido

albañal, fluyes abundante de múltiples

confluentes, por cloacas, por desagües

bajo la gran ciudad. Arrastrando en tus

cauces  inmunda mezcolanza, de oprobio,

y cruel intriga.  De crímenes infames.

 

Blasfemia, apostasía, ultrajes y deshonra.

Adictos a la sangre, adictos a las drogas,

políticos corruptos, escorias de la vida,

amantes insolentes, y madres homicidas.

Y a saber  cuántos me faltan en el recuento.

 

¿No sabe tu arrogancia, las aguas inmundas

a dónde van? ¿No entiendes  tú que todas

se arrojan en el mar?¿Acaso es que ignoras,

que un día que DIOS sabe cuándo, tu fin llegará.

 

Tu torrente inmundo irá al mar, y el mar

no será más. Y tú Serpiente Antigua, Satanás

serpiente de maldad,  al fuego arrojado

y nunca más tu nombre vendrá a la memoria,

del hombre y ya nunca más víctimas tendrás.