Leandro Rodríguez Linárez

(Intitulado LXXXI)

Como un ave invisible, se acostó en mi almohada convirtiéndola en pradera erguida, aleteó con sus alas y se movieron las paredes y el techo. Rondó mi habitación como una enredadera preocupada, como una red piadosa.

 

Estuvo allí toda la madrugada, como un cielo interno, dejando caer las gotas de su lluvia, mensajeros de pulso lento que hacían de las horas retratos. Así pasó la noche, así.

 

Nos miramos fijamente, vi en sus ojos la antigüedad presente, las llamas nocturnas de mi cuerpo se alzaron como un tribunal de justicia celeste juzgué los espacios vacíos, finalmente el frío dibujó su silueta en el piso.

 

Como un ave invisible llegó tu recuerdo.

 

LRL

 

3-10-2011