RICARDO ALVAREZ

EL DUELO - (Maria y el poeta enamorados)- de anuario

 

En doloroso duelo

van las prematuras hojas del otoño

cayendo en lentas ramas lacrimosas,

marcando las veredas recientes de clamor/

El árbol comprime su tallo de agua

con poderoso músculo de morsa

y cae fundido su espíritu de brea/

Las negras gotas gravitan la acera,

arquean  oblicuo al pesado adoquín

en la espalda del amante apesumbrado/

 

¡Ella se ha ido de golpe en una injusta decisión de mortaja!

Fue mecha encendida/

Lava y burbuja explosiva/

Alegría de dinamita/

Color de celeste lago donde él...

Su amor,

reposaba su cansina mirada/

Los ojos de la ajena envidia se agotaban

cuando al naciente el sol esparcía racimos en su frente/

La calma y  el vigor compartían su festín

de constante vertiente en la mañana/

 

Ella exploraba el silencio

al limite del alma de su amante...

Alma que aun respira entre sollozos/

No hay letra de horror

que semeje los cinco dolores de su nombre/

 

Ya va el hombre poeta con su oscura pena de letra,

abandonando los verdes versos que declamaba,

la tinta ocre inundó  su negro dolor viudo/

Halló los vacíos en las sabanas de ausente figura/

Ahí dejó ella su intento de vida,

peleando con su paño de mano/

Pero pudo más el mortal hachazo

cuando fecunda implantó su mano en despedida/

Ya el puño cerrado aprieta la espina,

la catarata amante del niño adulto

repasa la sed en las uvas de antaño y

le queda un largo sabor a desierto destronado.