Alma al aire

Historia mínima

Desanduvo a paso lento,

cabizbaja la cabeza,

el sendero que llevaba

a los umbrales de la iglesia

y empujando la gran puerta

de madera trabajada,

la luz de los vitrales

su silueta dibujaba.

Avanzó dubitativa

entre velones y espigas

hacia su Dios que la miraba

por la iglesia vacía

y arrodillándose en un banco

que crujió bajo su peso

con su vestido blanco 

comenzó su rezo.

Con los ojos clavados

en los ojos de su Señor

sangrante y moribundo

por cuestiones del amor,

abrió sus dos manitas

dejando al descubierto

restos de corazón

y un suspiro de lamento.

Sin mediar una palabra,

sin súplicas ni quejas

bajó triste la mirada

con sus manitas abiertas,

tocó con la frente el banco

y su corazón ofreció,

aunque humilde regalo,

Dios no lo rechazó.

Con los párpados apretados

y una mano invisible en el hombro

lloró al amor perdido

desde el recuerdo más hondo,

cada beso fue una plegaria

y cada abrazo fue una flor,

cada sonrisa compartida

un te quiero y el adiós.

Dos ángeles trenzaban su pelo

flotando en destellos dorados,

la Virgen se acercó a ella 

y suavemente tocó su mano,

la cruz se encontraba vacía

si alguien lo hubiera visto!

si alguien entraba vería

junto a ella sentado al Cristo.

Las lágrimas fueron cesando

los ojos se abrieron dolientes,

las manos se cerraron vacías

y se alzó nuevamente la frente,

esbozó una sonrisa tímida

y saludó en reverencia a la cruz

y al salir alisando el vestido

no notó que a su lado

seguía sentado

el mismo Jesús.