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Me gustaría mirarte,
mamá, desde las montañas
y sentir como reluce
tu pelo de luz y plata,
tus ojos de caramelo
y tu abrigo de palabras.
Hablar contigo quisiera,
desde las cumbres más altas,
caminando por las nubes
mientras te abrazo y me abrazas,
yo te beso y tú sonríes
y tu sonrisa me atrapa.
A veces no te comprendo,
no te escucho y me atenaza
un dolor que se despierta
cuando ya despunta el alba.
Déjame que te persiga
por los ríos y las brañas.
Inventaré un nuevo día
en el que tú me acompañas
y la luna se columpia
en el bajo de mi falda.
¿Por qué te has muerto mamita?
Quiero volar con tus alas.
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