Ana Maria Delgado

BESOS REFUGIADOS EN LOS BRAZOS DEL VIENTO

Con el amor más puro,
real y absoluto,
con entrega intensa y desbordada,
mis bruscas pero amorosas manos
acarician tu rostro,
ese rostro que de tanto amarlo
lo siento mío,
ese rostro hermoso
diariamente condenado
a mi veneración apasionada,
ese rostro sentenciado
a ser prisionero
de mis ardientes labios incansables,
que dejan impresa
en cada uno de sus rincones
su eterna marca invisible.
 
De mis manos se liberan
traviesas luciérnagas resplandecientes,
que decididas transitan sin interrupción
a través del brillante camino misterioso
que se forma  con la fusión de nuestros suspiros.
 
En tus húmedos ojos,
se estrellan las temibles sombras
que a veces me asaltan despiadadas
y se reflejan mis sueños coloridos...
al compas del hervor irreprimible
 de nuestra pasión nos disipamos,
mientras la joven noche
detiene su marcha
sobre nuestros cuerpos,
para recorrerlos
con sus negras manos aterciopeladas.
                                                                                                                                        
POR: ANA MARIA DELGADO P.