Carlos Fernando

Pobre hombre

Cuánta soledad se advierte en ti,

Pobre hombre

que sales de la nada

y apareces frente a mí.

Blandiendo

tu desmechada brocha

con la parsimonia

de tu brazo

cansado

de sujetar la nada.

 

Alimentándote

del humo de un cigarrillo

y de los sueños que

 -supongo-

 sin querer

forjaste acerca

del futuro.

Siempre sueños.

 

Estabas frente a mí,

Apareciste

de repente,

quizá sin razón alguna.

O quizá como

una advertencia

 que me aterra,

Y me hace pensar en

lo que es necesario

luchar para

no dejarse absorber

 por completo

por esta maquinaria urbana.

Por esta injusta sociedad

donde solo los fuertes medran.

 

Un áura de profunda soledad

te envuelve

cómo el aire.

Y por la nariz te sale

ya sin vida.

Tus cabellos

sebosos y en desorden

te hacen lucir

como un excéntrico pintor.

 

Artista urbano.

Traté de indagar con mi imaginación

cómo sería tu vida,

de tu destino eres culpable,

o fueron otros,

los que te arrojaron a tu suerte

en esta selva de concreto y asfalto.

No lo sé.

 

Es imposible adivinar  

si no has trabado

al menos dos palabras

Cobarde y en silencio

solo miro.

Todo son conjeturas, suposiciones.

Eres feliz o no,

tu condición te abruma

o ni siquiera duele.

 

Apareciste de repente frente a mí,

quizá como una advertencia, 

o quizá sin razón alguna,

pero estás ahí como un fantasma

en el paisaje urbano que nos rodea

y que nos asfixia.