vaneleis

Homicida

Lloré hondamente…

se apagaron los destellos alborozados,

actores de mi júbilo.

Se ahogaron las emociones presuntuosas,

me desvanecí lentamente,

tuve que matarlo…

La palabra se fue de la boca,

fue un misterio el silencio.

El suceso había sido evidente,

recapacité mansamente,

tuve que matarlo…

Tuve que arrancarle los ojos,

para que dejase de mirarme.

Tuve que cortarle la lengua

para que dejase de besarme.

Tuve que extirparle el corazón,

para que renunciase de amarme.

Sepultado en el jardín de mi alma,

no dejé huellas del pasado.

Fue un homicidio perfecto,

mas cuando cae la noche,

lloro…

porque por alguna razón lo extraño.

Lo vi caminando hacia mí,

un día en mis sueños;

lo vi circulando,

tan cerca,

¡fue macabro!.

No lo olvido,

vaga en mi subconsciencia,

se evangelizó como el fantasma de mi persistencia…

¡si hasta dude

sobre su muerte!.

Tengo ahora sus ojos en lo que miro,

su lengua en lo que beso

y su corazón
emboscado al mío.

Tuve que matarlo, sí,

pero sigue aquí conmigo.