Doblezero

AQUÍ CON MI TIO YO PESCABA

 

 

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Escollera rota de espumas
en cascotes raudos de algas
donde anidan los remolinos,
tú sigues aquí entusiasmada
mas yo regreso a tu palma
sin sueños en los bolsillos,
escollera de nuestra playa
completa de maleantes
criaturas desveladas
por mi sombra de gigante.
Aquí con mi tío pescaba
entre las lenguas del viento
y crisálidas de gambas.

Aquí con mi tío reía
con mi tío yo pensaba
con mi tío yo vivía
con mi tío yo soñaba.

Ay atmósfera lugareña,
de navíos y de escamas,
crespones de su recuerdo
vienen a mi por tus aguas
y un carrusel de gaviotas
cubre mis ojos de manchas
ahora que ya no le encuentro
ahora que ya no me habla.

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Insondable advenimiento
se encierra entre mis pestañas
con lagrimas de aguanieve
cuando por mis pensamientos,
puedo verte con tus cañas
sediento de una picada
mas tu rostro desvanece
y enteramente te mueres
rabiosamente en mi alma.

Impenetrablemente pienso
y raudamente me matas
porque al fin de tu recuerdo
bruscamente estremeces
las columnas de mi alma.

¡Ay, que hondamente me dueles!
¡ay, que hondamente me faltas!
que hondamente me hieres
la profundidad del alma.

La canción del añorante
toma el sol en las hamacas,
la voz lejana del niño
sopla juegos en las trazas
entrecortadas del viento
cautivo de la salada
arena de tu espejismo
mientras tejen las arañas,
en tu roca de la suerte,
grises telas de mi rabia.
Centinelas del olvido,
estruendos de mi nostalgia
y un grito rojo en el mundo
se completa, de alba a alba,
por horizontes abruptos
y ecos en el Himalaya.

¡Que hondamente me dueles!
¡que hondamente me faltas!
oh, que hondamente me hieres
profundamente en el alma.

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La calle alarga y se entorna,
se agigantan las fachadas
y es que todo se me ahoga
es que nada se me calma,
la vida arrastra su concha,
se marchitan las guirnaldas
y enturbia mi negra sombra
a aquella estrella tan sola
tan triste y tan tiritada.

Jazmines en la memoria
van creando tus miradas
pero tu voz me abandona
entre mis tristes palabras
y me escurro en las baldosas
igual que el sol en la escarcha.

Hondamente me dueles,
hondamente me dañas,
hondamente me hieres
hondamente en el alma.

¡Camposanto de los mares!
tu fonda brisa me azota,
tu denso aroma me ataca,
me blande en el corazón
y me anuda la garganta.

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