¿Dónde están los herederos del mundo?.
El despertar de luces bajo el aura.
Fragmentadas en abandonados rocíos.
Quienes permanecen en nuestras sombras.
Arrinconados por los pensamientos envidiosos.
En el transitar de un camino insolente.
Postrado por decadentes bases artificiales.
Fabricado por la mezquindad de los necios.
Quienes abaten con soberbia la débil razón.
Arrojando la humildad al olvido.
Como dulces recuerdos aplastados por la adversidad.
Son vidas obligadas al sin sentido.
Borradas en el encanto del desinterés.
Plagado por mundos inclinados en su obvio hacer.
Merodean sobre sus grises claveles.
Paseando con cerrado sentido en su labor.
Como mentes manejadas por pasos obstinadas.
Pisoteando ciegamente a los abatidos.
Quienes caminan soñolientamente por debajo de sus pies.
En lo más profundo del negro abismo.
Intolerables en la triste canción
Tambaleando como sordos y mudos en su andar
Rechazados por la fantasía de sus harapientos
Mojados por la aplastante lluvia de marginalidad
Como un torrencial castigando al tímido suelo
Marcados en su piel tiernamente de selva gris
Demostrando el duro caminar en la inexplicable vida
Elegidos extrañamente como fieles testigos
Del inestable puente erguido por los hombres
Puedo ver los herederos del mundo
Jardín marchitado por la mesura del mundo
Benditos luceros, humildes trozos de pensamiento
Campo de únicos sueños con laureles sembrados de sensibilidad
Tristes ojos, testigos del incorruptible infortunio
Como un inmenso árbol rechazando las hojas secas
Cayendo en la podrida falacia
Del mundo controlado por los obtusos ingratos
Aguantado la razón de su paciencia
En la larga autopista de dudosa esperanza
Dirigida a un inhóspito claro amanecer
Donde el fin de su existencia espera por extrañas intensiones
OSWALDO DANIEL AMAYA