Melba Reyes A.

Una eternidad entre los dedos

 

Saber que llegás al ocaso

con toda una eternidad entre los dedos…

¿Acaso esta melancolía iluminada por  una vela

puede escribir el libro de la vida

sin vuelos de cuervos

y sin aullidos de lobos?

 

 Me niego a entender el por qué

la textura de un sueño es como la piel de un niño

Por qué en mi equipaje no cabe más ternura

que aquella con la que un día

di de comer a un niño hambriento

 

Estoy en el sofá de la introspección.

Tras el crepúsculo la veo llegar

ataviada de ocres, dorados y malvas

precedida de un arrullo de palomas.

Se sienta y su translúcida mirada

impregna de escalofríos mi piel.

 

Morir en lunes habiendo nacido lunes,

escribir mi epitafio sobre la lápida que construí…

Así de burlona es esta visitante

que hoy se presenta en esta casa

sin haber sido invitada.

 

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