Carlos Fernando

Quiero estar preparado

 

Quiero estar preparado

para cuando

no fluya más la sangre

por mis venas,

retornando al corazón

para volver

a sustentar la vida

al fluir por las arterias.

Quiero estar preparado

para cuando mi cara

y ms manos blancas

como blanca cera

le testifique a todos

que el espíritu huyó,

que el alma se fue,

que ya no soy.

Sea que me incineren,

sea que me entierren,

ya no estaré ahí

para enterarme.

Aunque no falte

el romántico que quiera

asistir a sus propias exequias,

es imposible

porque los muertos

nada saben ni entienden.

Ni tienen más asuntos

pendientes en la tierra,

qué tratar. Lo dijo Salomón,

el sabio rey quien

recibió poder y riqueza

y saber de DIOS.

No es morir lo que pretendo,

amo la vida. Ni es un amor

enfermizo por la muerte

lo que me inspira, es simplemente

saber que está ahí, y no le temo,

como antes le temí.

Y ya no me importa

si me mira a través

de sus cuencas vacías

de calavera, o si blande

su guadaña amenazante

batiéndola cerca de mi cara,

o su empolvado negro tul,

quiere despeinarme

los cabellos dejándome

trozos de éste enredado

en mis canas,

y en las arrugas de la frente.

Es poder sentir la honda

victoria de plantarse

con firmeza frente a frente

a tu opresor y tu enemigo

y saber que no le temes

como antaño.

Es poder sentir

que lo has vencido

día a día con cada amanecer

y en cada tarde

al paso de los años,

y si viene a buscarte ¿Qué?

Quizá pueda arrebatarte

lo que carcomerá

la carroña, pero el alma

finalmente huirá

del Seol tan temido.

Y volará de vuelta con El Padre.

Decirle al fin a la muerte

como el apóstol dijo: 

"dónde está oh muerte

tu aguijón, dónde

oh sepulcro tu victoria"

Es tener finalmente

la certeza que no se pierde

todo con la asfixia,

cuando el último suspiro

exhala el moribundo y 

el soplo del espíritu

que le hizo un ser viviente

de su nariz escapa,

y vuelve a DIOS que lo dio.

Es saber que el acta

del decreto que me era

contraria, ha sido revocada

por la Gracia, y la Misericordia

de Mi Padre,

Quien me estrechará

en sus brazos cuando vuelva

a su regazo, y cambie mis ropajes

desgastados, por blanco y fino lino,

y unja mi cabeza con aceite,

y ese aceite descienda

por mi rostro mezclado

con mi llanto, testimonio a la vez

de mi vergüenza y de mi asombro,

de mi gozo, de mi gratitud

y del inmenso amor

que por Mi Padre tengo,

y que hablarán por mí,

pues por cierto tengo,

que en ese instante eterno

cuando le mire cara a cara

al fin, de mi garganta no podré

emitir sonido alguno,

sino quedará sustituido

por un gemir parecido

al que emití al nacer

en esta tierra.

Y un segundo después

de ese momento eterno,

danzará mi alma jubilosa,

libre al fin del yugo

del cuerpo corrupto,

vestido con uno incorruptible.

Danzando como David,

en la Presencia de Mi DIOS,

Mi Pastor, quien me apacienta

ahora y guarda mi alma.

¡Qué puede entonces hoy

la muerte amedrentarme!

¿Y el dolor? ¿El miedo

al sufrimiento? ¿Al cómo

y al cuándo? ¡Qué me importa!

YAHWEH lo tiene todo

en sus manos, y no

me dará mayor carga

de la que yo pueda llevar.

Y si así fuera, Él estará ahí

para llevar el sobrante,

y alentarme a seguir

hasta que expire a esta vida

y entre en la venidera,

que siendo olivo silvestre

he sido injertado al buen olivo,

y viviré por siempre. Que YAHWEH

El DIOS de Israel, El DIOS

de Abraham, de Isaac  y de Jacob,

no es un dios de muertos,

Sino ELOHIM de vivos.