Fernando Javier Gamero Oviedo

La carta




Hola mi querida amada,

te escribo esta carta,

llorando de madrugada;

dolor que no se aparta.

 

Anhelo tu presencia,

se perdió en primavera;

me quedé con tu esencia,

muy confuso en la vera,

 

en que mis sentimientos

pelearon con mi razón.

Baño de remordimientos,

en sangre de mi corazón.

 

La fe no está perdida,

está en esa cadena

de tu cuello prendida;

el del corazón sin pena.

 

Recuerdo verte orar,

en tus manos abrazando

la cadena al madrugar;

yo me retire llorando.

 

No pudo mi conciencia,

en mis brazos acogerte.

Llegaré a la demencia,

pues sí quise quererte.

 

Desde ese mes Enero,

todo fue muy distinto;

de mí fui prisionero,

de no hacer lo que pinto.

 

Las manos debí tomarte

y asumir responsable:

de olvidar y amarte,

tu corazón fue amable.

 

Hoy de nuevo quisiera,

poder entrar en tu alma;

y mi amor dependiera,

llenándose de tu calma.

 

Te daré más de lo que soy,

si a tu vida ingreso.

Yo de ti me despido hoy.

Un abrazo y un beso.

 

(Derechos Reservados por el autor)