Hombre Sin Pulso

Hormiga

 

Un agujero minúsculo, apenas un capilar bajo la tierra

y cien, mil, un millón de insectos negros

escarban y se afanan creando y deshaciendo hileras,

interminables filas entre tallos de hierba.


¿Llueve? Simplemente riega un jardinero

y las gotas parecen mundos estallando

alrededor de los seres inquietos, todo patas y antenas

alrededor del hormiguero que el barro tapona.


Su mundo de dos dimensiones no ofrece disculpas

ni explicaciones. Las hormigas son arrastradas por el agua

y las supervivientes entrechocan con terror sus antenas

quizá esperando aplacar con sus ritos

al dios de la lluvia que las mata.


¿Cómo podrían imaginar que además del ancho y largo

existe un alto.

¿Cómo imaginar la existencia del jardinero que maneja la manguera?


Ese hombre que acabado su trabajo

recoge su chaqueta y emprende camino a su casa

y mientras marcha por la calle levanta la cabeza

y dice mirando el cielo:

“Dios quiera que esta noche no llueva”.