Nieves Alvarez

Sucede cuando llueve

Sucede cuando llueve

y las calles se llenan de turistas despistados

buscando algún garito en el que entrar

y al resguardo del agua,

comerse una hamburguesa,

un bocadillo y una coca-cola.

 

Hay un repiqueteo en el asfalto

(que ya no huele nunca a la tierra mojada)

y un discreto reflejo de las casas

sobre charcos que ya no pisan niños

con botas escolares.   

 

Un aroma a tristeza,

ropa sucia y semáforos rojos

invade el casco urbano.

Todo sigue su curso sin sentido:

las guías de viajes, las mochilas,

los pantalones cortos

y las miradas largas

de los adolescentes intentando

un nuevo pasatiempo

o buscando algún ciber

en el que conectarse al ombligo del mundo

lejos de aquel lugar.

 

Sucede cuando llueve

en paisajes despiertos que se duermen

al dejar de llover.