RICARDO ALVAREZ

COMO PASA EL TIEMPO... -- de anuario

 

¡Ay de mí, amiga!

 

Aquel filoso chuchillo de mango negro

que enastado a mi brazo iba

con el orden solemne de la bandera patriota,

decidió su táctica de catarata y precipicio de frente/

Su tajo inició el blanco camino de la cana/

Estrategia que resumió en esbozo mis añicos de pasado/

 

La lluvia que veía como cristales tibios inspiradores

hoy caen como vidrios rotos proclamando su herida de acero y

mis ojos lo ven como vitraux descolorido/

Parece que solo tú escuchas mis silencios

y te pronuncias con la voz donde asoma la verdad.

 

Y la verdad...

No es lo inequívoco de mi pensamiento

ni lo que mi oído empalagante desea/

Es la declamatoria leal de tu palabra

donde tus labios se mueven como hojas de erudito diccionario

 

¡Dime amiga!

Risueña flor de esmalte encrespado/

Voz cálida y artera trepando los veranos/

Reclamo a tu presencia la sobriedad del abstemio y

la pregunta difusa del ebrio/

¿Dónde quedó mi cálido desierto?

Mi paz fue violada en ultraje  sin compasión

por manos opresores del idioma paralítico

y los oídos inertes que llevan la vergüenza del lenguaje en diálogo/

 

Mi pluma estira su resistencia de tarde

y la negra sombra penetra mi noche de espíritu,

calando mis huesos de humedad

implosionan sus refuerzos de suspiro.

 

Dejé mis dolores en las horas cavilantes del cuero caminado/

Del árbol descendiente,

la paloma me negó su canto de oportunidad

y la humilde hoja me traspasó el idioma de los hospitales/

Mi dolorida boca ya no saborea los cristales.

 

¡Ay de mí. Amiga!

 

La vida me atrapó en la red de sus realidades,

                  con la vacía alforja y mí reloj cargado de horas.