marco augusto

deseada

Todos la deseaban,

pero nadie,

 le había ofrendado un poema,

y en sus bocas de mil lenguas

volaban las perfidias.

Vivía envuelta en sueños

y por su  agraciado cuerpo,

todos la apetecían.

La bella rosa lloraba,

sobre una huella vacía,

expresándole al cielo

que de pena se vestía,

 Mientras el vil antojo del hombre,

de cerca la perseguía.

Lanza  tus penas al río,

que te llamaré por tu nombre,

te llenaré de rosas,

me despojaré de misterios,

te limpiaré la tristeza,

y te escribiré un poema.