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SEPARACIÓN

   Aquí yo y mi fría casa permanecemos silenciosos y solitarios cual olvidada tumba. En ésta guardo los recuerdos del ayer como un preciado tesoro en el sepulcro de mi juventud. Con este propósito mi corazón palpita al ritmo del reloj del mundo;con este propósito atravieso el mar y me acerco hasta ti para sentir la mirada verde de tu amor, como un efímero instante divino.

   Desde detrás del mundo, desde más allá del mar llega hasta mí un suave aroma de perfume celeste que desata el corazón y las lágrimas. En verdad mi corazón, una eternidad petrificado, despierta húmedo y enternecido por una lluvia de rosas. Es que tu indiferencia me había apuñalado como un aguzado hierro candente en el centro de de mi indefenso corazón, pero ahora tu mirada verde le canta una bella canción a mis oídos;a los oídos del alma. Esta canción viene desde otras esferas y trae la melancolía del abandono y la conciencia de la soledad, pero el anhelo virtuoso de la reconciliación. Es que soy el heredero de tu amor y el dueño absoluto del nupcial anillo de tu destino.

   ¡ Ah dulce niña de mirada hechicera; nacimos para estar cerca por un extraño prodigio y por eso acudirás a mí como un pajarillo tímido a su árbol natal!

   Has huido por culpa de un pájaro malagüero que vino a nuestro nido de amor como un invitado de piedra, lanzando sarcásticos chillidos desde mil rincones a la vez. Y por eso has huido de mí, volando fugitiva a través de extraños espacios, donde tu corazón no encuentra abrigo y permanece llorando silencioso y solitario,con pesar y arrepentido. Pero en realidad no huiste de mí, ni yo huí de ti;inocentes somos tú y yo en nuestra infidelidad. Sin embargo , aunque inocentes, disparaste contra mi maldad tus aguzados dardos de plata para herirme en pleno corazón; justamente sobre mi flanco más débil, cuya piel suave y lozana, al menor afilerazo, se torna áspera y decrépita como la de un pasado higo.

   Por eso te pregunto niña de infantiles ojos, qué son todos los homicidios al lado de lo que tú me has hecho. Me has arrebatado lo irrecuperable; habéis asesinado las visiones de mi juventud y mis prodigios más queridos. Me has quitado mis compañeros de juego, mis espíritus bienamados; aquellos: mis pequeños hijos.

   Para guardar y venerar su memoria te escribo estas líneas y arrojo a tus oídos como en un balbuceo de ultratumba esta maldición: que jamás vuelvas a sonreir cuando yo y mis pequeños hijos, pongamos sobre ti nuestra mirada. Esta maldición porque lograste abreviar nuestra eternidad, como un sonido logra quebrar la noche fría. Porque cayeron sobre mí tus inmundos fantasmas y me robaron el sueño y mis noches pletóricas de dicha, para trocarlas en duros insomnios, mientras en nocturno vuelo giraban chillando sobre mi lecho monstruosos buhos con llagas purulentas...En fin, has querido asesinar lo verde de una esperanza que a través de los años avanzará silenciosa e inmune con mi solitario corazón.

                                                              CEAM.