Eugenio Sánchez

LLUVIA

LLUVIA

 

Lluvia andina, lluvia eterna;

agua de amor y de vida, 

madre de las sementeras,

de los ríos y puquiales.

 

Gotas que caen del cielo

como perlas encantadas,

como flechas refulgentes 

empapando al universo.

 

Eres sudor en los valles

y eres escarcha en las punas,

eres blanca, limpia y casta

cual ninfa de las cascadas.

 

Cuando el camino echa polvo,

cuando la flor agoniza,

cuando los cactus arquean

sus cadavéricos dorsos.

 

Llegas volando en errantes

blancos copos celestiales

y tus lágrimas inundan

prados chacras y quebradas.

 

Recorren tus manantiales,

por escabrosos parajes

escondiéndose en las pircas

y arrastrando cascajales.

 

Espíritu de las cumbres

consuelo de los labriegos,

formas charcos en los surcos

y duermes en los trigales.

 

Sangre de rayo sagrado,

jugo dulce cual maná,

fresco y límpido aguacero,

bendición del Dios Eterno.

 

Llevas oculto en tus nubes

el germen de la abundancia

en tus celestiales   alas

de gigantes lanas blancas.

 

Lluvia, lluvia, ¿porqué mojas

el poncho del caminante,

y como sedosas brisas

acaricias mis recuerdos?

 

En mi triste remembranza

oigo a lo lejos el canto

de tejados sollozantes

en mis noches taciturnas.

 

Mas, cuando un suave susurro

despierte al pastor dormido;

será el cántico del viento,

o  lluvia de la alborada.

 

josé Eugenio Sánchez Bacilio  (Jesbac)