Pablo Diaz

De espalda a la vida.

Cenicienta, le llaman en el

pueblo; siempre sube muy

alto amontonando sueños,

hace surco en el viento que

siembra de esperanzas sin

ver florecimiento de su

      ardua jornada.

 

Cuando llega a las nubes,

volando entre sus sueños, se

convierte en niña o barca a

la deriva que el mar no

quiere hundir, que conserva

a flote junto a las ilusiones

hendidas en las olas del

viento, cuan honda

aberración.  

 

Ella moja su siembra con

voces empeñadas que, desde

muy adentro, salen en

carcajadas encubriendo el 

llanto que no puede

aguantar y alborota las alas

del pensar… posándolo en

nubes de algodón para no

avejentarlo.

 

Nombres sin apellidos,

María y su apelativo,

      en el ritmo del tiempo

no encuentran el sonido de

 amorfas esperanzas  

sembradas en el viento,

caminan de cabeza

pensando con los pies muy

de espalda a la vida.  

 

PABEDIZ.