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De la plaza a la escuela

 

 

 

Tanta gente congregada
reivindica justas quejas,
en la plaza que sitiada
es fortín de la revuelta.
Resuenan en el cielo alto,
penurias que blanden miseria,
y vigilantes al lado,
los uniformes enlucen
porras, revolver y funda
y arremeten con violencia.

 

Frente a ellos se planta un joven,
de flores sus manos llenas,
y desatando razones,
que encienden sangre en las venas,
observa la afrenta de escarcha,
necedad cual se levanta
defensora de moldes,
que alimentando las castas,
son el eco de tambores.

 

Rotunda sordez hace amos,
por alma tienen monedas,
vil es la injuria que impera
cuando ellos regalan callos,
arcos de un puente y harapos,
a estos que olvidan pereza
y honrando ser ser humanos
apuestan por la entereza,
que anda dispuesta en conciencia
e instiga a otras cabezas
a insertar bien las tildes,

golpee ya la presteza.

 

Opto por ser decoroso,
queriendo, al humilde prendo,
¡Pues no es indigno el humilde!
lo guardo y arropo dentro
y hállese dentro el reposo.
Cauto desdeño asperezas,
que quiebran vida y sentidos
siendo la imagen o esbozo,
quedado como corteza.

 

318-omu G.S. (bcn-2011)