Horacio Páramo

Café y periódico

 

Tengo mi café exigido

y un periódico con sus columnas,

con sus fotos y las malas noticias rutinarias.

 

Lo abro quitándole su doblez rectangular

que siempre tiene.

 

Tomo un poco de café

para tener el valor de aceptar las letras rojas

y las fotos tristes,

pero no tristes  por su blanco y negro color;

tristes por lo que hay, sus accidentes y sus muertes,

la sangre que no se ve pero se imagina.

 

Vuelta a la página...

Balaceras, guerras de plomo a piel,

y sus balas perdidas,

perdidas en inocentes que descansan

en camas de hospitales o descansan en paz.

 

Tomo tres tragos más al café.

 

Observo otras columnas donde la

gente que trabaja con traje,

ganan los miles de pesos diarios

mientras están sentados, y

la gente que trabaja con un bote y mano levantada

ganan los pesos de a diario

pero eso depende de que si la gente de traje

mira hacia abajo.

 

Tres tragos más al café y un suspiro y me termino el café.

 

Ya cierro el periódico con el doblez rectangular

de antes, lo dejo en la mesa a lado

de la taza blanca donde existía el café,

dejo el dinero que equivale a lo que he bebido y

abandono el periódico para el que lo tome

y lo lea, entienda lo que dice mi poesía.