Diletante

SONETO XIX

 

Las más veces queriéndote, las menos

diciéndome que amarte no conviene;

así, ¡Dios mío!, el corazón me tiene

escuálido entre ungüentos y venenos.

 

Pues viendo a tus amores como ajenos

mi pecho cautivado se entretiene

guarda que aguarda y ni por cerca viene

su parabién con los augurios buenos.

 

Valga decir que en cuanto se detiene

también mi alma al extraviar los frenos

-y en yéndose hacia tí- no se previene

 

de ver si acaso con lo cual, amenos

vendránle tiempos que desencadene

tu pecho amante, de armonía llenos.

 

 

 

Elmer Cortez