Carlos Fernando

Es fácil ser poeta

 

 

Es fácil ser poeta.

Solo abre los ojos y mira,

observa. Pon atentos

los oídos y escucha

los sonidos, nada inventas.

Los colores, el brillo,

la belleza. Todo está ahí

solo requieres extender

el alma para tocar

las palabas y darles forma.

 

Para moldear lo que aun

permanece escondido

detrás de las sombras,

del olvido, lo que se esfuma

en el aire del mañana.

 

O lo que brota de los rincones

del pasado, de cuando fuiste niño.

Los dulces veintiuno, los lejanos

cuatro, los juegos, los cajones,

los espacios, los aromas,

las ilusiones, los desencantos.

 

Solo hay que conjugarlos.

Tocarlos con los dedos del alma.

Degustarlos en el viento, mirarlos

bajar con los rayos mortecinos

de la tarde. O buscarlos mirando

algún retrato, en el calor de agosto,

o en el furor de marzo.

 

Extraer la esencia de las notas

de una bella melodía para dar

tu versión  particular de: \"Para Elisa\".

 

O voltear a ver a los menesterosos

para tomar su voz y denunciar

su angustia y su miseria.

Para que los indolentes vanidosos,

los que se miran a sí mismos

como cisnes, comprendan

que hay mucho más detrás

de la apariencia.

 

Que hay hambre y dolor,

que hay desconsuelo.

Y que hay dos clases de parias:

aquellos se arrastran por el suelo,

y los que vuelan por los aires

fingiendo que son cisnes.

 

Es fácil ser poeta,

basta con tomar un ritmo

diferente de escritura, pensar

con un metrónomo interior

que marca el tiempo

con una cadencia

que te asalta de repente.

 

Mirando tu interior comprendes

mejor el corazón de muchos otros

y simplemente tiras del hilo

y van saliendo poco a poco palabras

que no dijiste de otro, y dices de ti,

y viceversa para que nadie sepa

de quien es el retrato,

si tuyo o de aquel.

 

Guardas los secretos más solemnes

para orearlos más tarde,

aderezados con rimas o con prosa,

escuetos o con retórica,

con métrica o sin ella,

cuestión del estilo y

el sentimiento imperante,

en un momento.

 

Es fácil ser poeta,

como es fácil ser pianista.

Te toma solo tiempo,

aprender a digitar con soltura

las teclas, y aceptar que desentonas,

y volverlo a intentar.

 

Exige solamente estar dispuesto

a permanecer sentado por horas y horas

el tiempo necesario.

La inspiración te llega por oleadas,

luego por meses, o por años: ¡Nada!

Y un día, ya liberto de Neruda,

de Nervo, o de Espronceda,

las rimas que te brotan no solamente

aluden al amor despreciado,

al desamor ingrato, a la mujer esquiva.

 

Comienzas a ver las cosas de la vida,

con otra lente y dejas de buscar

a donde nada queda, para cantar

a la vida solamente.

 

A la obra de DIOS, a Su grandeza.

Cantas en libertad más que un canario.

Después de todo es una bendición

que Aquel que inspira, no te acuse

de plagio, pues Él dicta y permanece

apócrifo; el poeta, solo es el secretario

que con descaro como autor,

firma el escrito. Es fácil ser poeta.