David Goya

LAMENTO (David Goya)

Recuerdo la historia

de un tiempo pasado;

que por dejarme acongojado,

hoy vive en mi memoria.

 

Se formó un largo romance,

del cual, nunca disfrute;

cuando busque alegría, no encontré,

y sólo tristeza es lo que alcancé.

 

Por eso yo debo aconsejar

a los que estas líneas leyeren;

que nunca por lastima estuvieron, 

con un ser que no lleguen amar.

 

Ese es el peor de los tormentos…,

que el humano puede sentir;

sin amor no se puede vivir,

porque nunca estarás contento.

 

Escucha lo que voy a contar;

es algo real y vivido;

que ahora me tiene afligido,

tan solo dejando el lamentar.

 

Yo un día sentí pena,

Por una mujer que no quería;

¡y así trunque mi alegría…,

preparando mi propia condena!..

 

sacrifique todas mis ilusiones

sin importar, del corazón los anhelos…,

quise que encontrará en mis consuelos,

toda la alegría que falta a sus emociones.

 

¡Era su vida!... un rotundo desencanto;

y yo que también e sufrido,

quise brindar el sentido,

ha esa vida llena de llanto.

 

Cada tarde, el sol de rojo se teñía,

y aunque yo no la amabas,

jamás nunca la abandonaba,

porque era mi única compañía.

 

Siempre recompensaba

el sacrificio de mi cariño;

y como la madre a su niño,

ella siempre me acompañaba.

 

Y es allí, donde comienza el tormento;

se me hizo costumbre su presencia;

mientras se acababa mi paciencia,

no pudiendo estar contento.

 

Ella con paciencia soportaba

los desairé que le hacía,

y aún así; me quería

con todos los desprecio que le daba.

 

Cada tarde llegaba,

a mi hogar solitario…

se acabó el calendario,

y ella no me abandonaba.

 

Un año, y otro año pasaba,

ella, teniendo fe en mi amor

no me causaba dolor,

porque nunca me engañaba.

 

Yo, mientras más seguro estaba,

sentía que menos la quería;

y que si algún momento se iría ,

para nada me faltaba.

 

Sin darme cuenta, estaba acostumbrado,

y ella se encontraba convencida;

que a mi lado, no tenía sentido su vida;

y se fue por vez primera, ¡dejándome acongojado!...

 

hay comprendí lo que pasaba;

al sentir por vez primera su ausencia,

ya me había acostumbrado a su presencia;

y en la soledad de la noche me faltaba.

 

Hay viene lo terrible de la historia,

al pedirle de favor que regresará;

ya no sabía ni que mismo torturaba,

a los pensamientos en mi memoria…,

 

Ella volvió, y me sentí arrepentido;

pero tampoco quería que se fuera,

sin ella no había primavera…,

y así; ¡me encontraba confundido!.

 

Yo quería recompensar y no podía,

a la vez quería y despreciaba,

y así el tiempo pasaba,

entre que se iba y volvía.

 

Ya no sabía lo que hacía;

la corría y la buscaba;

y ella siempre preguntaba,

si de verdad la quería.

 

Yo siempre diciéndole “Sin ti no puedo vivir”

ella; siempre creyendo en mis promesas,

y teniendo tan solo tristeza…

¡no encontraba la razón a mi existir!...

 

¡Sin ella!, no tenía sentido la vida,

todo era tortura llena de angustia;

ella, con la vista al suelo y la cara mustia,

parecía del árbol fruta caída.

 

¡Con ella! Todo era terrible tormento…,

sentía un desprecio grande y profundo;

y así no había tan solo un segundo;

en el que me encontrase contento.

 

Su ilusión nunca fue concedida;

ni yo goce de placer, y menos de calma,

fue así, como se troncharon nuestras vidas;

fue así, como se destruyeron nuestras almas…

 

Luego se dieron comienzo a las traiciones;

y de mi vida comenzó a escaparse,

el alma y corazón, comenzaron atormentarse;

sin poder esclarecer las ilusiones.

 

Ella, se acostumbró a ser infiel,

yo, me acostumbré a perdonarla,

no quería tenerla ni dejarla.

y tampoco era mía ni de él.

 

¡yo,!... vivía en medio de traiciones,

sin saber si era costumbre, “o enamorado”…,

solo se que estoy angustiado;

solo sé. ¡que ella, encontró sus ilusiones!....

 

Ella encontró sentido a su vida,

y al fin logró realizar sus anhelo,

ella, encontró la paz y el consuelo,

mientras en mi; ¡quedó el alma destruida!...

 

Ese amor me dejo esperando,

y aquí corto esta larga historia;

porque esta confundida mi memoria,

y, porque mis ojos están llorando