Luis F. Barrantes

Recuerdo Triste

Recuerdo aquella noche en que ella partió,

Cuando, a mi lado, su último aliento exhaló.

Qué triste fue su partida,

cómo se me abrió una herida

dentro de mi corazón.

¡Qué noche tan negra, fue la noche aquella!

En que a mi dulce, querida y enferma doncella,

la cruel muerte, de mi mismo lado, se la llevó.

Qué triste y qué sola, ha de haberse marchado,

dejando todo lo que, en su vida, había amado

durmiendo inocente,

como duerme la gente

que no tiene mayor preocupación.

¡Oh muerte! Quizás dulce para aquella que parte;

pero yo, las gracias no puedo ni darte,

porque sin previo aviso tú te la llevaste.

¡Cómo duele el recuerdo!

De esa, su triste partida.

Pero el tiempo nos sana, de la muerte, su herida.

Y, entonces, se enciende la fe

en Dios, y pidiendo de Él su consuelo,

rogamos que allí, en el mismo cielo,

a la par de Dios, ella esté...