Telas mustias que al pasar
 disimulan desamparo
 y que ponen su reparo
 para el que quiere mirar
Brotan en cualquier lugar
 hechas con lo que sea
 y si he nombrado una tela
 no descarten material.
Pueden ser algunas tablas,
 un tambor desvencijado,
 calaminas, enlatados
 cartones, restos de casas
Son las costras de heridas
 de las llamadas ciudades
 pero no hay hospitales
 para arreglar esas vidas
Allí el ser humano prueba
 por que es el lobo del hombre
 ignorando cualquier nombre
 a quien la miseria aprieta.
Llegan hasta estas barriadas
 de vez en cuando, un policía,
 un pastor que se engreía
 de las prédicas espetadas
y damas engalanadas
 en tren de obra social
 testigos de Jehová
 con cruces muy decoradas
El senador no ha faltado 
 con afanes populistas
 o el falso izquierdista
 y antropólogo malvado
Pero todos son ajenos
 a las carpas miserables,
 a ese vivir de balde
 sin esperanza ni sueños.
Allí se graduó el ladrón,
 la puta empezó el negocio,
 dolor y hambre fueron socios,
 la muerte puso el cajón.
Cuando el sol se pone y pinta
 de mentiroso color
 allí no para el dolor
 ni se respeta la vida
En Brasil son las favelas
 en Argentina las Villas
 es la pobreza que grita
 en Bolivia las laderas
Un río de agua mugrienta
 sirve para que dos pequeños
 con barco de papel y ensueño
 a la miseria le mientan,
sin saber que para ellos
 el futuro ya no existe,
 la esperanza, un mal chiste,
 y esto no tiene remedio,
pues ser paria sólo ha sido
 maldición para unos cuantos,
 lacra que causa espanto
 y mejor, si está en olvido.