Pablo Diaz

AbstraĆ­do

¡Que raro! Te ofrezco mí

mano en gesto amistoso y

 en vez de estrecharla te

sobra el orgullo para

rechazarla; eso no es lo

normal

 

¡Cuanta hipocresía! Como

  si guardaras distancia de

tu pasado, como si no le

agradecieras a la vida o

 amnésico tuvieras.

¿Qué ha ido a tu cabeza

que ha marchitado el

diario que a fuerza de

 penurias escribimos? o

¿acaso has llegado a

pensar que San Pedro es

banquero?

 

¡Que ingratitud!: dolerte

 que yo respire tu mismo

aire, que me alumbre con

la luz que gratis nos

brinda el sol y que aún me

veas de pies.

 

Siendo así, viejo amigo,

con toda humildad te digo,

aunque sea por darle al

viento palabras sueltas,

que hagas un alto en tu

vida y tengas un

encuentro contigo, que te

inhibas del calzado: no es

tuyo: es prestado.

 PABEDIZ