Armando G.

La geografía de tu cuerpo

De gris está tapizado el cielo
ocultando el sol de la tarde
nosotros en el lecho
arropándonos de caricias,
de besos vistiendo la desnudez.
 
Entre gemidos y suspiros
y el golpear de la lluvia en los cristales
recorro las praderas y valles
de tu exquisita geografía.
 
Aspiro el aroma a rosas despedido
por los erguidos conos de los volcanes,
imitando al cráter que imagino
y adornan los hermosos pezones celestiales.
 
La planicie del vientre la aro con mis labios
centímetro a centímetro la beso,
en cada beso deposito la semilla,
la simiente de placeres vienen despertando.
 
Tomo posesión de los muslos redondos y fuertes
guardianes protectores de la gruta sagrada,
en ella me interno y me deleito,
es el exquisito alimento para la boca voraz de mi sexo hambriento.
 
Vencida la resistencia, de los adustos guardianes
llega mi boca hasta la fuente de la vida eterna,
ella es fumarola de volcán
emitiendo ríos de lava tras cada erupción
entre las columnas de tus piernas.
 
En el lecho seguimos el curso de la vida
nos amamos en exceso,
no desperdiciamos instantes
amarnos es más que un lujo, más que sexo,
es la necesidad nacida de los besos.
 
Nada se compara
con la tormenta de tu erizada piel,
los relámpagos de tus brillantes ojos,
los truenos de tus quejidos y la salida de su cauce
de tu rio embravecido
inundando las costas de nuestros placeres,
bebiendo el vino de tus labios rojos.