Diletante

SONETO III

 

 Atravesando el centro de mi pecho,

puñal filoso tu desprecio ha sido

veces aquellas en que me has herido

al ignorar mi amor, ¿con qué derecho?

 

 El daño es mucho y, como ya está hecho,

no hay forma de ponerlo en el olvido

pues siendo en carne propia padecido

perenne habita al corazón desecho

 

 y el corazón es uno si ha sufrido

que no prescinde del amargo trecho

aunque cual ave more en otro nido: 

 

 aquésto no por obra del despecho

sino antes bien porque el dolor vivido

pervive en la memoria siendo un hecho.

 

 

 

 Elmer Cortez