David Goya

EXIGENCIA (David Goya)

¡Busco una Diosa!..., con suave olor en su pelo,

  para  libertar, de la cárcel del tocado…,

con mis besos, los rizos preciados…,

y a su lado encontrar mi consuelo.

 

Que sean sus cejas arqueadas,

ni finas, ni gruesas, de todo regular;

y que nunca se atreva a traicionar…,

mostrándose por siempre; de mi enamorada.

 

Cual alas del cuervo, sean sus pestañas,

dando a sus ojos un toque de misterio,

para formar mi propio criterio;

basado en un alma, que nunca engaña.

 

Que tenga la más tierna mirada,

que me ilumine con el sol de sus ojos,

que cure las heridas de los abrojos;

que me causo, una ingrata despiadada.

 

¡Qué tenga perfecta nariz!

¡que no me perturbe al darle un beso!

ya que siendo bella..., tan solo eso…

sería impedimento para ser feliz.

 

Que tenga unos labios de amapola,

con imanes incrustado en la piel;

que sean dulce, más dulce que la miel,

para regresar dichoso, como al mar las olas.

 

Que tenga un cuello, suave y venusto,

sin que lo adornen cadenas, ni collares bellos;

donde solo su piel, muestre el destello;

ya que allí mis labios, posaran con gusto.

 

Que tenga sus pechos dureza túrgida,

y con suave delicadeza, me sepa arrullar,

ya que solo así podría hallar;

la nueva razón de existencia a mi vida.

 

En sus caderas, se asemeje la guitarra,

para así, prendido o su cintura,

escuchar juntos lo más pura;

copla de amor, que el viento desgarra.

 

Este en sus piernas, el talle perfecto,

guardando gracias y estilo al caminar,

y que dichoso le pueda demostrar;

que tengo el corazón lleno de afecto.

 

Que sean sus pies algo delicado,

para de besos hacerte un escarpín

y así besarlos de principio a fin,

sin dejar que se escape, un solo costado.

 

Todo su cuerpo con piel de armiño,

donde con mis labios pueda  deslizarme,

para así en cuerpo y alma, entregarme,

ha su puro noble, y dulce cariño.

 

Busco una mujer, de noble corazón;

que comprenda mis angustia y dolores,

siendo ella vertiente de amores,

convirtiendo en realidad, la mínima ilusión.

 

Con cabeza de pensamiento serenos,

sin muchos anhelos del mundo material,

que sea un ser muy, pero muy especial…,

y sin importar el mundo, los dos nos amemos…

 

 

Quiero que sea de regular estatura,

modesta, noble y clara al hablar,

para que nunca la duda venga a torturar,

a mis pensamientos, dejando amargura.

 

Que sea pura, sincera y recatada,

con todas las cualidades de mi exigencia;

para convertirla en el eje de mi existencia,

y por mi alma…, ¡como Diosa adorada!...

 

Esa es la mujer, que en mis sueños he buscado,

con vanos esfuerzos, sin poderla encontrar;

tal vez por mi pobreza, no pueda lograr;

hacer realidad mi sueño anhelado.

 

Y si a mi vida nunca viniera,

la realidad de mis sueños, y todas las ilusiones…,

seguiré en la vida, sin tener emociones;

y tal vez, de soledad y tristeza muriera.

 

Si no la encuentro en el terrestre suelo

porque no conviene el anhelo mío,

me ahogaré en pena, y moriré de hastío…

y así muy pronto la buscaré en el cielo.

 

Entonces hay recobraré la alegría,

ya que Dios sabrá recompensar,

y así no tendré más en que pensar,

porque habré encontrado, ¡la mitad del alma mía!...