GavilanHipotetico

Pero

Recorriendo una y otra vez
esos pequeños momentos
acumulados.
Lo bueno, lo malo.
Y ahora, al otro lado del teléfono,
a un mundo de distancia,
todo está roto,
todo.
Y yo veo cómo
me sangran las manos
de aferrar lo insostenible,
el cristal roto de un caleidoscopio
donde sólo hubo un espejo.
No puede ser tan malo.
No pudo ser tan malo.
Pero me miro, me miro en ese pedazo
que siempre queda incólume:
Nada, no tengo nada,
y desde este vacío
todavía me atreví a soñar que
a lo mejor, esta vez...
pero no soy más que lo que soy,
nada.