BlackVizard

(-VeRsAnDo... UnA sInFoNíA aFóniCa; DeDoS dE eStAmBrE tEjIeNdO-)

 

Aroma… incrustado de pulsos e instantes, perdiendo un reflejo… adhiriéndolo al cielo… que se desprende… bajo el tacto profundo… del silencio.

 

Desde alas de polvo… que enmudecen el viento, distrayendo el tiempo… siendo el velador de voces dormidas y cegueras desnudas.

 

Inspirados se acercan… los hacedores que gotean… en el aserrín de las luces,  precipitando… los cristales  que resonan… borrando las pisadas… del suelo diluido.

 

Se oculta… un nervioso firmamento… para  sorber el plumaje de la luna, frente a la llama… de la que se moja la llovizna… expandiéndose en  suspiros y labios de tinta.

 

Se tornan sonrojadas mis palmadas… pues ya he torneado demás… su sonido… con el que te aplaudo, resuena a  contraluz… tu batuta que dibuja… el amanecer de un solsticio bostezando.

 

Un vislumbre claro… gentilmente enredando  por nosotros… nuestras pupilas, haciendo… que al fin… yo mismo,  esté anudando… hilos de ilusión descosida… tratando de hacer un carrete que llegue hasta el horizonte… para usar de cometa… una luna.

 

 Voy… inconscientemente  vertiendo… mis astros y estratos… exhalados… bajo el mañana, (intentando vivir… el después para siempre) abriendo… la superficie inquieta… de cada uno de mis  charcos congelados… en busca de sueños  (pues tú me lo pides)

 

Bebiendo un corazón… sordo a sus latidos…

 

Recorro y solapo las gotas… que corren somnolientas… deslizándose con  aparente inconsciencia… a través de los dedos… negros y blancos… de un piano que las llora.

 

Mis palmas promiscuas… nadan pero no se mojan, cubiertas… sintiendo sus ocasos diminutos, los que se hacen míos… cuando te imagino sentada junto a mí, cobijándonos… entre las migas de estrellas, guardando en sus miradas… las palabras para después.

 

No termino… de conocer una ciudad de sonido…

 

Mi razón… se hace la obtusa, pues sabe… que lo único que poseo… son pinturas de lugares que no existen, como donde el insomnio deshila… el latido lógico que le quede a mi juicio. (Puedes escuchar un ballet de nubes… sin saber los pasos)

 

Se roza… un espiral decreciente…  pavimentado de mis yemas, tocando la noche pegadiza… con alba reducida a diamantina… donde nadie me ha visto.

 

Y reconozco… a los ángeles deshojándose… sobre aquella brizna de topacios incoloros, cavando en las nubes para plantar semillas… semillas de cielo.