Que la olvide… ¡NO! 
 si ella me llenaba la vida de delicias 
 con las olas ininterrumpidas de sus cálidos besos, 
 del mar de su intenso amor se fueron levantando oleajes 
 que acariciando la roca firme de mi amor 
 de a poco se fue formando un dulce 
 lecho de arena en el océano de nuestros sueños, 
 y hoy que ya no puedo besar su dulce boca 
 aún conservo la arenisca de su ardiente pasión 
 donde duerme embelesado el dulce amor
 en el asiento del sentimiento eterno, 
 y aunque ya no tenga el exquisito goce 
 de sentir las olas mansas de sus besos 
 aún me queda la arena de la playa del recuerdo 
 donde descansan firmemente los bellos 
 momentos vividos junto a ella.