Henry V

Tu rostro

Tu rostro de siempre,

El rubicundo, el besable, el dueño de mis manos,

De mis recuerdos, de mis ojos;

Tu rostro dispuesto, armónico;

el que blanquea  frente mis afanes;

el que adoro…

hoy  irresistiblemente bello.

Así lo recordaba en los insomnios,

 pidiendo por los ojos que regrese,

aunque tus labios le contradigan.

Tu rostro impresindible:

Lo quiero de amanecer  por siempre,

El ùnico que me llore al morir.