Francisco Barreto

LA TRISTE RESIGNACIÓN DEL POETA

Se acabaron las mañanas blancas y frías de Diciembre.

Ya no hay brisa gélida y romántica.

Llegaron los idus de Marzo con sus calores sofocantes

y ella ya no pasa a la vera de mi casa batiendo su falda vaporosa.

Ni exhibe sus pomelos rubicundos como besos de carmín.

Ya no hace huellas al caminar como en un tapiz.

Solo pasos viscosos cual insistente Rémora que busca un nuevo coral al cual plegarse.

Su cara risueña arroja inevitables texturas de tiempo,

Conservando sus altivos ojos que hieren y la instrumental mirada

de la que sigue buscando amantes.

La acompañan su aumentada corte de semidioses y deidades paganas.

Sus pechos perfumados ya no son ni trémulos ni turgentes

y sus areolas antes cárdenas y provocativas

nos recuerdan solo viejos tiempos de amores, otrora cáliz de dicha.

El ambiente amarillo gualda por fin se impuso,

Y un enjambre de cigarras ateridas y exhaustas cantan su pasión por la temporada.

Y la tarde alegre ya no le paga tributo alguno a la noche estrellada

porque no hay estrellas, ni firmamento, ni senderos de luna,

ni luz azul sobre las rubias eras,

ni plateados destellos sobre las cabezas de los caminantes

que siguen bajando la luna para sus enamoradas.

El poeta ha dejado de cantarle al amor.

El amante ya no está mas con su galantería.

Murió de tristeza.

Y el que columbraba las estatuas, no por menos podía quedar sin una.

Cuentan que una amante desconocida e indeleblemente marcada

por el amor de este trovador empedernido

dispuso de tiempo y de peculio

para elevar un dechado de honra, tal vez en ingenua imitación

al construido por Artemisa para su Mausolo.

Y ahora, en un olvidado Camposanto se yergue una humilde sepultura

cuya lapida soporta en su borde superior una especie de túmulo

con medio cuerpo del poeta amante.(sin pies para no limitarlo al mundo terrenal,

sin piernas para continuarlo infinito en la ligadura eterna de sus amantes)

En la base del mismo.

En el centro de la lapida,

se lee el siguiente epitafio, que son palabras del Poeta Latino LUCRESIO,

muy a tono con la efigie de la vida de nuestro amante ausente,

y que resultaron mejor que el mejor panegírico

que le pudiera haber escrito cualquiera de sus amantes…


 

 

 

NEC SINE TE,

QUIDCUAM DIAS IN LUMINIS ORAS

EXORITUR, NEQUE FIT LAETUM,

NEQUE AMABILI CUIDCUAM.

Lucresio (23)

 

 

 

Y SIN TI,

NADA SURGE HACIA LAS ORILLAS DIVINAS DE LA LUZ,

NADA RESULTA ALEGRE,

NADA AMABLE…

 

 

FIN

 

 

 

 

FRANCISCO BARRETO