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MERCEDES

MERCEDES


Esos pechos que miro sin recelo

bajo el leve relieve del ropaje

me atrevo, sin pena y con coraje

a rozarlos por encima de su velo


Vuelve su mirada, verde hielo



y me mira al comenzar el viaje

distraída, abre el traje

para retozar en los cojines del cielo



Alargo mi mano, atravieso el sendero



que me lleva al vislumbrado tesoro

que ruego mío como pordiosero



Carrera febril en busca del oro:

¡atrapa mi mano, castígala por grosero!


besa mis dedos y me dice: ¡te adoro!