Miguel Angel Ortigoza García

HOY, EN TU CUMPLEAÑOS, CONTIGO (Carta)

PARA  ANNA, CON AMOR

 

Como Reyes del Oriente, oro, incienso y mirra traigo para ti.

Eres tu mi diosa, mi reina y mi amor.

Pero no contento montaré de nuevo el corcel de esperanzas,

e iré a hurgar del mundo las cosas más lindas que puedan haber.

 

Si no llego a tiempo para el gran festejo de tu cumpleaños,

no te inquietes, vida, que tarde o temprano yo te obsequiaré:

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Ya estoy en el pueblo de las mil bellezas.

Encuentro una madre que amamanta un niño,

mientras la sonrisa de su alma buena revienta pezones de felicidad.

Encuentro en obrajes a hombres que alegres amasan cantando

el pan cotidiano pensando en su hogar.

 

En una placita de un pueblo pequeño hay niños que juegan

sin saber siquiera de un mundo sin paz.

En la noche hermosa hay destellos blancos de arpas paraguayas

que enlazan sus sones a mariachis locos de alegre cantar.

 

Una escuela nueva recibe a mil almas llenas de ilusiones y justa ansiedad.

En un aeropuerto llegan las queridas niñas que se fueron lejos a estudiar.

Un mendigo sonríe gratitud profunda, por las moneditas que salió a buscar.

En la plaza vieja, hoy con flores nuevas,

dos enamorados se inundan de besos, promesas y amor.

 

El tren que ha partido lleva bastimentos a la aldea lejana que nunca se ve.

Un abuelo henchido de satisfacciones pasea su orgullo

apoyado en hombros de una nieta hermosa, rosada y gentil.

Un amante tenso, en la computadora, espera y recibe a su amada fiel.

Desde un campanario vuelas cien palomas que llevan el eco de la eternidad.

En una vereda mesitas redondas y el café impaciente

esperan ansiosos a una bella amada que llegando está.

 

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Te amo tanto, oh, Anita mía, que en este día me pongo a pensar:

¿Podrían las cosas lindas de la vida caber en un cofre sagrado de amor?

Es para el presente de tu cumpleaños, las puras verdades que pude encontrar.

El moño celeste que tanto te gusta y un beso de ausencia en tu corazón.

 

Oro, incienso y mirra. Diosa, reina y mía.

Si no llego a tiempo con mi cargamento, es porque mi aliento se acabó sin más, buscando y buscando las treinta estrellitas, para recordarte que el mundo es vacío.

Que sólo existimos…  que sólo existimos…  solos tu y yo.

 

Felicidades, mi amor.

 

Tu niño, Miguel Ángel.