joaquin Méndez

Una historia inolvidable.


 Baje a la calle con más prisa, que el ave, y casi corrí al bar, pero. Antes de llagar al bar sonó mi teléfono, móvil. -Era ella sí, era ella, la que me estaba llamando. ¡Diga! ¿Quién es? Pregunte, aun sabiendo que era ella la que estaba al otro lado del móvil. -Alex  ¿ya estás encasa?  -Me pregunto con su dulce voz, lo que, provocó, que algo en mi cuerpo comenzara a despertad y  me comenzara a excitar solo de pensar lo que podría pasar esa noche.
 
Si,  le conteste, -Estoy llegando al bar, ¿y vosotros donde estáis? Pregunte yo.
 -Estamos en casa todavía, pero enseguida vamos para ya, -¿Que tal la semana bien?
     
Dirás, las dos semanas, porque son, dos semanas sin verte por si no te has dado cuenta.
Pero de todas formas, muy bien, deseando veros. Le respondí, yo, un poco de aquella manera.
Te llame la semana pasada y lo tenias apagado. Ms dijo. -Bueno luego hablamos, tranquilo, no tardo,  un beso,-Dijo, Y colgó.
 
Yo quede un poco nervioso, pero me dirigí, al bar con la boca un poco seca.
Hola Alex, me dijo el barman nada mas verme entrar,-Que va a ser ¿una birra? Pregunto cuando ya tenía la caña de cerveza en la mano para ponérmela, con una amplia sonrisa.
 
As visto soy el mejor camarero de este pueblo, -Dijo con cara de satisfacción. -Eso que no lo dude nadie amigo, David, todo el mundo sabe, que eres el mejor. Le dije devolviéndole la sonrisa. – bravo a migo a esta estas invitado te invita la casa por ser el mejor cliente, y más  flamenco de este bar. -Me dijo, mientras me ponía una tapita estupenda de jamón.
   
se hizo  el silencio en el salón, mire a la puerta y allí estaba ella, como una diosa entrando por la puerta del bar, con un pantalón blanco y una blusa azul que hacía que se destacaran mas sus carnes morenas.
 
Venia sola Juan, su marido,  no estaba con ella entro y se dirigió derecha a mí.
-Hola Alex que tal, dijo, y medio dos besos, llenos de fuego, que me dejaron la cara ardiente como si sus labios hubiesen estado en el fuego.
La mire a los ojos y un escalofrió recorrió mi cuerpo de arriba abajo,  me dedico una sonrisa y me dijo… - Juan no esta ha ido a ver a su madre que hacía tiempo que no la veía.   - No vendrá hasta el lunes o el martes, Siguió diciendo, mientras en su mirada deteste un poco de picardía. O quizás mucha picardía, la había, ¿o, me lo pareció a mí? Yo creo que sí que había picardía y mucha.
 
Tomamos un par de cañas más, y fue ella la que dijo,- ¿Tienes el coche? Que te invito a cenar, donde tú quieras,  Y a si nos quitamos de en medio de tus amigos los mirones. Susurro.
 
Page las cervezas y salimos del bar.
 
-Donde vamos, pregunte. -Donde tú quieras, me respondió ella. Con su clásica risita. -A tu  Casa, le dije sin dudar, yo hago la cena si tu quieres. - se cocinar bien, ya verás cómo te gustara.
 
Quería, invitarte a un buen restaurante, paga, Juan, que gana mucha pasta, es abogado ¿no lo sabías?
–No, respondí yo un poco sorprendido, nunca sospeche que Juan, fuese abogado.
   
-Si,  dijo ella, trabaja en un bufet en la ciudad, hay veces que esta hasta tres semanas fuera de
Casa va también al extranjero.
- ¿Donde vamos a cenar?  Pregunte.
-Vamos a mi casa situ cocinas hay de todo.
Acto seguido cogimos el coche y nos marchamos a su casa.
 
Abrió el bolso saco la llave y abrió la puerta.
-Pasa me dijo.

 -No pasa tu delante,  le conteste yo. 

La cogí, suave mente  por la cintura, y la en puje con dulzura al interior de la casa,  de la enorme casa.
Le ayude a quitarse la cazadora, la deje en la percha, y entonces ella… se volvió hacia mí, dejando, su carita cerca muy cerca de la mía, le mire sus labios de amapolas,  rojos, como dos claveles redentores,  hinchados provocadores desafiantes,  imposible de aguantar sin lanzarte al ataque.

Y fue entonces cuando mi boca, se lanzo como una serpiente a su presa y me comí, a que yos    labios provocantes, que habían desafiado los míos. 
El beso, o los besos, porque fueron muchos en uno, duro mucho tiempo,  aunque a mí me pareció una decima de segundo.

Cuando ella, que me tenía sujeto por el cuello, bien fuerte  me dijo.

- Por dios, Alex no me hagas esto, sabes que no puedo.  Por favor no me provoques, que sabes que soy débil,  y tú me desbordas, contigo no puedo decir  que no, no, me hagas esto,  Alex, no me lo hagas.

  Yo en esos momentos me sentí aturdido, quise apartarme y pedirle disculpas… Pero sus brazos, seguían a ferrados a mi cuello, y sus labios a mi boca sin dejar de besarme y besarme.

Entonces ya no pude mas, la cogí en brazos,y comencé a subí las escaleras,  dirigiéndome, al cuarto de invitados.
 La deje sobre la cama.

Ella no dejaba de decir, - No Alex no, al tiempo, que sus manos, me arrancaban la camisa, de un tirón, me desabrocho   el cinturón tirando  hacia abajo del pantalón.
Fue entonces cuando mi prisionero intentaba romper el lis  para escapar de su prisión.

Lucia con voz ronca dijo,-Pobrecito que apretado esta y lo soltó, acto seguido se lo llevó a los labios y comenzó a besarlo, glotona mente, como si lo hubiese deseado toda la vida, como si siempre hubiese deseado ese momento.
Yo  le había quitado la blusa y el tejano blanco, de bajo llevaba un tanga gris perla  que mis manos se avían, encargado de sacar de su sitio dejando al des cubierto una montaña de bellos rizos tapando a duras penas una hendidura, que se estaba poniendo húmeda muy húmeda.
Mi cabeza se inclino hacia  las dos montañas perfectas redondeadas, que terminaban en dos capullos de rosas, que no eran ni más ni menos que sus dos bellos pechos, bellos y duros como los de una colegiala, a la  que no se los hubiesen  tocado todavía. Comencé a chupar como si de un, chupa chut se tratara, disfrutando de aquella maravilla de mujer que dios me puso en mi camino, aquel divino viernes.

Ella seguía con su trabajo de besar y chupar su chupa chut, preferido.

 Mientras yo seguía a lo mío que era intentar que ella disfrutara, y se sintiera flotando en las nubes como si estuviera sumergida en el más maravilloso y fantástico, de los sueños, susurraba, balbuceaba, decía cosas, pero yo no escuchaba, no en tendía nada de lo que decía ella, estaba recibiendo todos mis jugos… mientras yo recibía los suyos, con glotonería con ansias con deseos de desenfrenos.

Cuando ella me dijo.

 -Alex a hora a hora, ya, ya, yaaaa,  haaaaay… haaaayyyy,   ya, ya,.
Yo deje que mi rio de semen saliera disparado como un cañonazo  penetrando en lo más profundo de su ser.  Ella se retorcía como una ola arqueando su vientre con espasmos desenfrenados una y otra vez hasta que quedo totalmente inmóvil, con su boca pegada a la mía, yo...respirando de su aliento.

Autor Joaquín Méndez,  reservados los derechos de autor. 11/05/11