Blas Roa

Y dejé mi suerte.

Recogí las migajas del desconsuelo,

una noche que me hice el muerto.

en el umbral manchado

de las turgentes lágrimas putonas.

Fue allí cuando descubrí la aurora,

fue así como resucite los miedos,

no entendía el esperanto de sus voces,

no sabia porque el orgasmo gutural...

ni de broma me dejo cazar,

ni hago de mi soltería un safari castrado.

solo soy un jeque del pasado,

la melancolía púrpura de mi mismo...

cuando una noche descubrí el abismo,

cuando una mañana me tocó escalar,

cuando vi demonios en el paraíso,

y dejé mi suerte...

en manos del Black jack.