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TE PRESTO A SOLEDAD

TE PRESTO A SOLEDAD

 

A través de los años he convivido con ella,

su nombre, Soledad.

Apagada estrella,

increíble oscuridad.

 

Son tantos los que la enamoran

que decidí prestar un día a Soledad.

Le dije, amada mía, siento curiosidad

y quiero saber cómo te comportas con los que lloran.

 

Soledad respondió:

 

¿Acaso no me conocen?

¿Quién es aquel que de mi no se acuerda?

¿A quién no he hecho sufrir en

toda mi eternidad?

 

Total silencio…

 

Interrumpiéndolo dije:

llego el momento de separarnos.

Ya son seis años

compartiendo contigo, elige

o te vas, o me voy.

No aprendiste a valorarme

no sabes quién soy.

 

Te di momentos de llanto,

de dolor

y desamor,

por ser incauto en el amor

me causo tanto quebranto

y todo te lo confié Soledad,

solo te pido compasión, piedad.

 

¡Vete!

 

¡Te buscan!

 

¿Quien?

 

Tu amiga

Luz,

la que en mis noches de insomnio

llamaba  a Esperanza

para ganar mi confianza

y volverme capaz

de no

seguir escuchando

de mi tristeza el eco…

 

…¿Mi amiga? ¡Respondió soledad!

 

No, no creo que sea a mí,

es a ti a quien busca

y seguro viene acompañada

de Caridad,

impredecibles son las tres

llenas de mucha bondad

ellas quieren sacarme 

de tu vida

e invitarte a vivir en claridad.

 

Que pasen adelante, respondí.

 

Soledad…

 

En presencia de Luz, Esperanza y Caridad,

te doy las gracias,

haz sido mi amiga

y enemiga

rompes la tela

que separa mi alma

en mudo eco

y trasciendes al cosmos

en donde el tiempo

guarda su justa porción

de nostalgia.

En ocasiones fuiste mi copa de vino dulce y oscura.

 

Eres la madre de los sentimientos,

acoges cuando más te necesitan,

 enseñas que eres la única

que puedes hacer reflexionar

y volver a poner los pies a la tierra.

 

Qué triste es estar acompañado

y sentirse tan solo.

Por eso hoy

presto a Soledad.

 

¿Tú, la quieres?

 

 

EDGARD OROZCO

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