Fredy Maldonado Cordero

CONTRARIEDAD

Se hace inefable la extinción de lo bueno,

se desprecia la vida y se idolatra la muerte,

se agiganta el festín sobre el cuerpo inerte,

en diabólico rito que se complace en lo obsceno.

 

Acechantes fantasmas de mortíferas fauces,

enemigos del alma, del amor y del honor,

infatigables vertientes de tristeza y dolor,

que a los hombres ha desviado de sus causes.

 

Se contrae el alma al contemplar el firmamento,

despojado del paisaje, del encanto y misterio,

cruel homicidio ha sido abusar de su imperio,

bella fuente concesora de frescura y alimento.

 

Esto es una contrariedad... Pero es verdad...

 

Si el verano usurpador del fortificante invierno,

es ahora el imponente y dominante emperador,

que desparrama por doquier su sofocante calor,

y nos envuelve en ardorosa ignición de infierno.

 

¿No has notado que te abismas lentamente?

¿Que te sumerges en la médula de la desventura?

¿No es tu dicha y anhelo esa vida que perdura?

Pobre alma que te pierdes en la aurora del presente.

 

Se corrompen las virtudes del cielo concedidas,

se mancilla la dignísima estatura del humano,

ya no queda nada del sensible sentido de hermano,

todo suele convertirse en codicias pervertidas.

 

Si es contrariedad... ¿En dónde está la verdad...?

 

Verdes montes que cruelmente han sido mutilados,

son parábola de codicia, de locura y maldición,

inminente profecía de horror y angustiosa destrucción,

holocausto irreverso a los poderes naturales profanados.

 

Si la sangre derramada por las huestes doblegadas;

no es martirio, ni delirio, o pervertida injusticia,

¿puede entonces afirmarse que es bella caricia?,

concebirlo de ese modo es de mentes idiotizadas.

 

 

Todos dicen que la vida es una dádiva pasajera,

más no por eso su ciclo es justo atropellar,

en concepto de su esencia es menester de respetar,

como estancia del espíritu de una fe verdadera.

 

Qué dificultad... Hay tanta contrariedad...

 

Los sonetos de embeleso que se suelen recitar,

son desbordes de las almas que no quieren concebir,

que el escrúpulo hasta ese punto se pueda pervertir,

y que el juicio y la honra se puedan sobornar.

 

Luces tenues resplandecen del Olimpo imaginario,

de las almas buenas que aun pretenden rescatar,

infusiones santas que se han podido preservar,

y que gravitan vivas en el espíritu visionario.

 

Manantiales frescos y de limpia existencia,

extensos caudales que sustentan la ilusión,

no concibo estar siendo testigo de su extinción,

pues aún creo no estar sufriendo la demencia.

 

Oh contrariedad... Qué falta de piedad...

 

Se derrama incesante la inconsciente ambición,

que prodiga muerte y al alma hace claudicar,

no es posible entonces que se insista en odiar,

lo que por designio, es impulso de la creación.

 

Todo muere por la inconsciencia de los torpes;

muere el alma, el amor, la sonrisa y la vida,

mueres tú, muero yo y la criatura apenas concebida,

no importa si en ofensa, en defensa o mortíferos golpes.

 

Muere la ilusión por una esperanza que fue prometida,

suplantada ahora por la cruel y triste indiferencia;

muere la caridad, el honor, y la virtuosa paciencia,

muere todo, ya el alma ha sido cruelmente pervertida.

 

¿Ebriedad...? o ¿Contrariedad...?

 

Cuántos sueños a la borda del desprecio han caído,

otros muchos en deseos ilusorios han quedado,

con la muerte de los justos el derecho se ha violado,

no se puede aceptar que ya todo se ha perdido.

 

Se dilatan las pupilas del desprecio aterrador,

se acalambran las entrañas por el hambre cotidiano,

en desconsuelo se recibe la llegada de cada meridiano,

esa es la triste existencia del hermano labrador.

 

Ya las manos dadivosas se han cerrado inclementes,

ya las bocas animosas han callado sus plegarias,

las faenas esforzadas han cambiado en sedentarias,

no hay espacios de ilusiones y motivos suficientes.

 

¡Qué calamidad...! ¡Qué contrariedad...!

 

Se atropellan en la mente pensamientos sin sentido,

se confunden sentimientos en vileza vengativa,

todos viven temerosos y en profusa disyuntiva,

ya no hay duda, este mundo es un mundo pervertido.

 

Si el lamento y el tormento nos agobia cada día,

si nos causa desencanto el mañana que amenaza,

por qué entonces consentimos que nos queme esa braza,

que sumerge nuestra alma en desértica sequía.

 

Soy la vida, yo doy vida, eso ha dicho el creador,

si la vida está perdida, quien pudiese resistir,

no hay nada ni habrá nada que se pueda compartir,

solo queda conformarse y morir como cobarde perdedor.

 

¡Oh contrariedad...!  Has violado la sobriedad...

 

Es momento y aún es tiempo de salvar el universo,

solo basta descubrir en nuestro interno la energía,

que retorne al espíritu la inspiración y la poesía,

y que el ansia retenida se traduzca en bello verso.

 

Devolvamos el respeto y el derecho al entorno prodigioso,

que es cobijo del humano que complace su existencia,

en actitudes reverentes que lo conducen con prudencia,

así sea pobre o rico, bueno o malo, vagabundo o religioso.

 

Es tu vida, es mi vida, lo que más debe importar,

si tu cambias y yo cambio, muchas cosas pueden revivir,

este mundo maltratado con amor aún se puede reconstruir,

es el mundo, nuestro mundo, ¡lo tenemos que salvar!

 

¿Dónde estás contrariedad?  No hay para ti eternidad.

 

¡Qué felicidad!  Por fin vencida está la calamidad,

esto es verdad, se ha diluido la agobiante ansiedad,

es cordialidad, lo que ahora respira la humanidad,

ha surgido la claridad, así que... adiós contrariedad.